En el reloj marcaban las tres, goteaba en la cocina y los perros aullaban. Marcaban las tres y el silencio se hacía presente, más no en su cabeza; en su cabeza estaba él.
En el reloj marcaban las tres, goteaba en la cocina y los perros aullaban. Marcaban las tres y el silencio se hacía presente, más no en su cabeza; en su cabeza estaba él.